jueves, 5 de marzo de 2009

QUE no daría yo por TI

Esposa amada, para tenerte tan solo por un instante sentido de amor nuevamente en mis brazos, recordando aquellos amaneceres hermosamente interminables de dicha y felicidad vivida, sin tener que mirar en momento alguno, con lágrimas de tristeza en los ojos a ese pasado pecaminoso, que marcó el destino irreversible en el fracaso y la desilusión vivida por la mente y sentida dentro del corazón al mirarnos en silencio, para este amor bello que sentíamos amándonos sin prisa y con pausas deseadas en la piel desnuda cada día al despertar…,

Vida mía, porque este río de lágrimas de olvido e infelicidad vertido ayer, fuera hoy de felicidad sincera al mirarnos con una franca sonrisa como antes nos mirábamos, como dos recién enamorados, con toda una vida por delante en un nuevo mundo blanco de luz, amor y paz, con todo su tiempo y espacio de amarse renovadamente virgen, redescubriendo aquellos momentos importantes que faltaron por vivirse, con esos detalles aunados que dejamos de sentir al permitirles escapar de entra las manos, con caricias nuevas sentidas por el alma en flor, reflejando toda una gama de de vivos colores brillantes, como los que tiene el arco iris en nuestros ojos al mirarnos, notando la presencia el uno del otro…,

Amor mío, por reverdecer la flor de la vida y el amor, como lo hacen los montes y valles, después de la tempestad con los primeros rayos del Sol, al tú mirarme con ese verde de vida natural y juvenil que tienen tus expresivos y amados ojos glaucos…,

Reina mía, porque me escucharas este ruego de amor tan solo una vez mas antes de poder hablar tú, prestándome toda la debida atención ahora, para que compruebes tú misma, que nuestro amor de ayer vivido aunque este casi perdido en el olvido por este desamor, puede ser rescatado del baúl del recuerdo como el mejor de los vinos a través de los años, pero ya mejorado, al haber podido evaluar todo lo ocurrido con toda calma, para así, aplicar lo aprendido de cada uno, si aun queremos por ese amor de ayer hacerlo, para que florezca nuevamente al mirarlo vivo en nuestras manos y que mañana nos pueda dar esos frutos deseadamente soñados que hoy juntos y en mutuo acuerdo, sepamos sembrar.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 05/09/2008 12:00 PM.

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