miércoles, 4 de marzo de 2009

LATIDOS del RECUERDO


Casi tan gris como es el mar en invierno, son tus bellos ojos glaucos hoy al mirarlos, sin ese brillo natural de amor, que de ellos era como un llamado para ser besados sin prisa y con pausas, apasionadamente, cada despertar sobre tu oloroso pecho, haciéndome soñar despierto en todas aquellas cosas hermosas que luego surgirían en la medida que los besos salvajes de amanecer, marcaban pautas en tu piel siempre sedienta de ser amada, sintiendo las caricias interminables que recorrían lentamente todo tu suave y deseoso cuerpo desnudo erizándolo hasta el extremo, de tener que decir, no mas…,

Cuantas sonrisas de satisfacción, mostraban cada día después de amarnos intensamente la belleza inconfundible de esas divinas perlas que escondías dentro de tu boca, con bordes de labios sensualmente rosados, que cubría a veces tu cabello de oro, cuando el viento al entrar por la ventana, caprichosamente lo alborotaba libremente, son tantos los recuerdos que ahora despiertan en mi eterna soledad, que no puedo negarte que a pesar de lo vivido en ausencia, por esta cruel distancia que motivó a la postre el olvido por mi destierro, de mis ojos aun derramo algunas que otras lágrimas de añoranza, sin poderlo jamás evitar, vida mía…,

Cuando amor se vivía en esos espacios blancos de luz y paz, con sumo tiempo y dedicación, donde se podía amar tranquilamente una ilusión cercana, convirtiéndose en una verdad realizada con el solo pestañear, sin pronunciar palabra de llamado alguno, porque si la razón de amarse existía reflejada en la mirada por un alma enamorada, era porque quien mandaba sinceramente en esos lazos de sentimientos encontrados en el momento de la hora de amarnos era el corazón, por cada latido efusivo que sentía de tu pecho desnudo, sobre el mío.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 02/12/2008 02:00 PM.

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