En los espacios perdidos, sin tiempo nunca más para el amor, mientras en la distancia se escribían las amargas pautas de olvido, que luego se vivirían con dolor y llanto de soledad, leyendo la triste realidad del presente reflejada por el alma en ojos esquivamente húmedos y marchitos, que no anhelaban notar su presencia sentida, cada amanecer al despertar, negando de su ayer divino su existir y con el rostro oculto tras la sombra de un pasado se develó de las tinieblas, ese ser, negativo y despreciable por monstruo, que todos llevábamos en alguna parte de nuestra mente y que en un momento dado puede sin avisar, despertar, mutando la historia y por ende, nuestra vida.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 07/09/2009 10:00 AM.
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