Que nunca se olvidan dejando huellas imborrables en la piel, latientemente por el corazón, recordados por la mente, que no deja de pensar al no lograr nunca borrar, momentos con detalles divinamente vividos, por aquellas dos personas amables, que se durmieron en los brazos del placer una noche, para jamás despertar juntos, viendo abrazados un nuevo amanecer a la ventana…,
Que son como algunas flores hermosas, que florecen a todo esplendor por un día, entregando, sus mejores aromas en silencio, por amor, para luego morir lentamente, entre las manos y ante los ojos despavoridos del desafortunado, que se enamoró por su rara belleza, sin reglas y condiciones que cumplir, dejándole después, una estela de fragancias amargas y equivocas en la boca, por haber amado siempre, sin ser amado jamás, sentida y sinceramente.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 15/09/2009 11:45 AM.
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