Desde que mi guitarra sobre tu cuerpo desnudo, callaron sus cuerdas en una última tonada compuesta de amor, por otra eterna de desamor, que lleva el nombre de la mujer amada, que desvela mis pensamientos con llanto cada amanecer de despertar, solo, con esta amarga soledad aprendida, que hoy no me dará buenos consejos, pero que fielmente, nunca me abandona, como Tú,
Al dejar de ser aquel día, el último romántico sincero y sentido del corazón, que escribía sus partituras antes divinas y de ensueños, cuando existía una razón para vivir, cantándole al amor, sí, a ese mismo amor del ayer glorioso en tus brazos, que en mi murió, lentamente al dejar de percibir en tus hermosos ojos glaucos, al no querer notar mi presencia, ese verde expresivo que había, como un motivo y detalle de amor.
Al dejar de ser aquel día, el último romántico sincero y sentido del corazón, que escribía sus partituras antes divinas y de ensueños, cuando existía una razón para vivir, cantándole al amor, sí, a ese mismo amor del ayer glorioso en tus brazos, que en mi murió, lentamente al dejar de percibir en tus hermosos ojos glaucos, al no querer notar mi presencia, ese verde expresivo que había, como un motivo y detalle de amor.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 11/09/2009 11:30 AM.
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