Despertando con un beso en los labios, sintiendo su fresco dulzor, observando tus bellos ojos glaucos mirar los míos fijamente, reflejando tanto amor naciente para ser entregado en los brazos apasionadamente, mientras las manos suavemente recorrían la piel sedienta de caricias, recordándonos de la noche anterior aquellos motivos sensibles que dejaron huellas con detalles anhelados hecho poesías en cuerpos desnudos, que estuvieron dispuestos de amarse siempre, sin prisa y con pausas…,
Sorprendiéndote cada Domingo con una flor sobre tu pecho, escuchándote luego por la sorpresa decir TE AMO, viendo tu cabello de oro volar caprichosamente con el viento cubriendo mi rostro, cuanto sentimiento del bueno había en ese ayer glorioso y latiente dentro de nuestros corazones como razón de existencia, que de solo mirarnos en silencio, sabíamos lo que queríamos y para dónde iríamos por un mismo destino, juntos.
Sorprendiéndote cada Domingo con una flor sobre tu pecho, escuchándote luego por la sorpresa decir TE AMO, viendo tu cabello de oro volar caprichosamente con el viento cubriendo mi rostro, cuanto sentimiento del bueno había en ese ayer glorioso y latiente dentro de nuestros corazones como razón de existencia, que de solo mirarnos en silencio, sabíamos lo que queríamos y para dónde iríamos por un mismo destino, juntos.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 09/11/2009 10:15 AM.
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