Encontrando en mi pecho el calor de la seguridad con amor sincero, uniendo las manos hasta lograr ser una y mirándonos los ojos fijamente me fui acercando lentamente hasta rosar tus anhelados labios de rosa con los míos, libando su dulzor que brillaba en la oscuridad, Tú estabas enamorada y Yo enamorado gracias a la hora del momento, en el lugar perfecto, con silencio de fondo, bajo un techo indiscreto de estrellas que observaban y observaban, cómo con ósculos míos, poco a poco, enseñe a besar delicadamente tu boca virginal, descubriendo lo bueno que Dios nos reservaba en la vida, para ser descubierto en labios distintos a los tuyos, antes, sin tiempo y espacio dedicados para el amor…,
Dejando de ser la niña ingenua, con vivencias por huellas apasionadas y latientes que conservaste en la mente para recordadas quizás alguna vez, dibujando una sonrisa tardía de añoranza, lo que por tantos años junto te dije, pero que nunca comprendiste, que existía una sola manera de amar sentidamente en la piel, pero muchas otras por deseo no sincero, si la primera entrega no era total en los brazos de lo verdaderamente amado…,
Por un instante divino de un día, que te convirtieron de capullo apartado y desconocido del mundo en una hermosa flor hecha mujer, que fue en lo adelante la dueña y señora de mi inspiración por los sueños que ayer fueron escritos como poesía viva sobre su cuerpo desnudo cada amanecer al despertar.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 11/11/2009 01:00 PM.
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