Que se desvanecen con el cuerpo húmedo y ansioso a la eterna espera de tu regreso, pensando y pensando en el amor que existió en esos dos seres amables, entre silencios donde se tejen anheladas ilusiones despiertas y latientes de un corazón cautivo, con el nudo ahogante en la garganta por tristes sollozos de recuerdos que serian hoy vida, para lograr sobrevivir de la soledad, el reflejo inequívocamente doloroso del alma en ojos que no han dejado de llorar por un desamor sumido en espacios perdidos de sentimientos, sin tiempo nunca para el amor naciente, al no querer notar mas, mi presencia frente a ti, amada mía…,
Viendo parado solo a la ventana del jardín, el crecer de flores por lágrimas de estío derramadas el día anterior en la tierra ahora de nadie, mientras se reescribe una historia a distancia que luego se ha de contar de la forma que nos parezca mejor por conveniencia ante un mundo cruel que no perdona errores, tratando a su vez en el intento, no pisar las huellas dejadas en lo oscuro del destino con el rostro oculto de la verdad, para no ser del pasado para la posteridad, papel protagónico y olvido, que luego se rompe en mil pedazos arrojándolos a la papelera del viento por todo lo vivido sinceramente en la piel durante tantos años juntos de consentimiento, cuando fuimos el uno del otro, lo primero y principal que veíamos dibujando una fresca sonrisa en los labios aunado a sutiles caricias y dulces besos sentidos, recordados cada mañana abrazados, por haber sido el amor de ayer, motivo y razón de nuestra existencia.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 27/10/2009 10:30 AM.
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