Amor mío, despierta de este letargo de desamor levantando la frente y mirándome fijamente los ojos, déjame ver de los tuyos hermosamente glaucos su natural belleza, permitiéndome tomar a su vez, suavemente tus manos para llevarlas al pecho quisiera que sintieras mi corazón, Él no sabe mentir con latidos sinceros por sentimientos cautivos, lo que mis palabras por mis labios pudieran equivocarse, no te estoy pidiendo en esta noche la Luna y las estrellas, solo que estemos bajo ellas, siendo testigo de lo que aquí ocurra, sea por bien, más que por mal, si me escucharas hoy lo que pretendo decirte, antes de poder o no, hablar Tú…,
Amada mía, déjate acariciar dulcemente tus brazos, intentando dibujar en tu angelical boca una de aquellas sonrisas de satisfacción que he olvidado, pero que dejaban ver el brillar de tus perfectos dientes de perlas, desearía guiarte poco a poco, como en un viaje de ensueños, por el momento del lugar que he escogido para esta esperanzadora velada, solo Tú y Yo, pensando cosas bonitas del ayer, aunque a veces tristemente creo al mirarte en pleno silencio, que ya no hay nada que hacer, al no querer notar mi presencia, pudiendo escuchar tu anhelada voz, donde desde el comienzo, con mucho respeto, solo te he pedido que por favor, escuches a mi corazón enamorado, dándole una oportunidad de hablarte.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 30/10/2009 08:30 AM.
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