Intenta recordar cómo nos conocimos aquella bella noche, Tú enamorada y Yo enamorado a primera vista, tus hermosos ojos glaucos brillaban aunado con tu cabello de oro suelto al caprichoso viento, donde solo bastó la mirada por llamado, para que los corazones latieran atrayéndonos, hasta tomar nuestras manos llevándolas luego lentamente hasta el pecho y mirándonos más profundamente cerca, dibujamos sonrisas de satisfacción en labios resecos del tiempo, pero que esperaban deseosos para ser besados apasionadamente y en aquel silencio del lugar en la oscuridad, las almas reflejaron su amor radiantemente guardado, pero que estaba a la espera de ser descubierto, por primera vez, sinceramente...,
De ese mes y año del calendario que le arrancaste su hoja un día escondida tras las huellas del pasado, arrojándolo impunemente a la basura como igualmente le hiciste a este amor jurado cuando decidiste, nunca más notar su presencia sobre tu pecho desnudo, olvidando todos aquellos motivos que fueron vida consentida con detalles sentidos en la piel durante tantos años, cada amanecer al despertar por besos y caricias que recorrían dulcemente cuerpos ansiosos de amarse, pero que triste y dolorosamente borraste toda existencia de tu mente, al ser hoy tristemente frente a ti, con lágrimas que corren en mi rostro, por dolor y ausencia, enemigo a la puerta de tus brazos, por tu desamor sentidamente vivido.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 20/10/2009 11:30 AM.
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