Cuantos momentos son detalles del pasado que se niegan a morir de cansancio por tantos desvelos, que en silencio intentan ser vida en soledad, sabiendo que estas ahí a mi espalda fingiendo dormir, sin poderte rozar, ni con un dedo de la inquieta imaginación, tu bien formado cuerpo semidesnudo , por las palpitaciones de un corazón que aun sufriendo, refleja a través del alma marchita en mis ojos, deseos cautivos del ayer, que sobreviven precariamente llenos de miedos a las tinieblas de olvido de mi mente, por los espacios reiterativos de ausencia, sin tiempo nunca para el amor, por no querer notar mi presencia, en tus brazos…,
Acompáñame una noche volteando tu rostro, mirándome fijamente con tus hermosos glaucos, sin que por esto, exista reclamo de llamado, por algún contacto divino que despierte del desamor, intentando ser amor hidratado de un día, por lágrimas fantasmales, que se desvanecerán al amanecer, por no sentir, padeciendo sinceramente lo mismo, que siente el alma del caído en desgracia, hoy, mañana y siempre, por la necesidad de un beso sentidamente, de los mismos que ayer fueron negados en labios resecos y partidos, sin tratar de reivindicarse ahora apresuradamente, pensando en mi, para que Yo viva por ti, de una fresca sonrisa, mostrando los dientes de perlas, como un derecho adquirido de rigor, pero que por tan solo esta vez, fue un pequeño y amargo olvido vivido.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 07/01/2010 08:30 PM.
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