Amanece en un cuarto a media luz, un alma duerme y la otra en vela esta, es el mejor momento cuando hay cosas que pensar, la realidad se avizora a la puerta y solo hay que abrirla, dejándola pasar, aceptándola como un hecho fehaciente que no se puede seguir escondiendo, con un poco de maquillaje en el rostro, que finas lluvias en forma de lágrimas harán cuenta corriéndola lentamente hasta mostrar, dejando al descubierto el lado oculto de una vida llevada en soledad y que tanto se intenta vanamente guardar, tras lo oscuro de un pasado que no se quisiera tener que volver a recordar, por lo que podrían decir o no los demás, en su libre interpretación de burlas, por los acontecimientos sufridos…,
Amanece en una recamara a media luz y el pleno silencio de la noche, hace meditar y meditar, disipando divinos sueños escondidos que habíamos tenido en alguna ocasión, porque fueron motivos vividos por detalles sentidos del corazón, con un dulce beso en los labios y una flor hermosa entre las manos, gestando sensibles emociones, que se reflejaban en los ojos de aquellas dos personas amables, que enamorados se prometieron tantas cosas maravillosas que descubrir, porque tenían una razón de vida, en un mismo camino trazado, como destino, juntos…,
Amanece en un cuarto a media luz, entre fotos y libros que ver y leer, para que nuestra historia no sea un olvido a pesar de todo lo vivido por los espacios eternos de desamor, sin tiempo de amarnos en los brazos, pero con una disyuntiva más que descubrir de tu silencio al mirarte, sin querer notar mi presencia, frente a ti, “A dónde fue a parar el amor que tanto nos juramos tener ayer ante un altar “.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 10/01/2010 12:35 PM.
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