jueves, 11 de junio de 2009

NO sabes cuánto pensé haberte PERDIDO

En esos sueños que fueron pesadillas húmedas vividas de soledad, donde del silencio nunca sentí paz interna de misericordia por un supuesto olvido, al tú no querer notar mi presencia cada amanecer al despertar, pero creo que alguien más sabio que nosotros estuvo presente espiritualmente, abogando y moviendo con hilos invisibles un destino escrito que parecía desde lejos todo un poema de novela con libreto repetitivamente agotado, por lo dicho tantas, pero tantas veces trilladamente y que en falsas promesas incumplidas siempre quedaron, hasta aquel día menos esperado, en que la verdadera verdad jamás dicha, no fue la tuya oculta, ni la mía presumidamente sentida, sino la de Dios, al bendecirnos con su luz dentro de la oscuridad, con una nueva vida que late hoy ansiosa en tu vientre, alegrando los espacios vacios sin tiempo de amar por rutinas que fueron ausencias del corazón, con lágrimas de añoranzas por un alma cautiva, que pedía a gritos con reflejos tenues en la mirada, ven a mí y abrázame fuerte, muy fuerte contra tu pecho, sin reclamarnos nada, ahora es el momento esperado o nunca más lo será, porque esto que siento y renace como una oportunidad, se vive solo una vez más antes de morir, sino se abandonan las penas, que solíamos callar, por glorias vividas sinceramente, para que vuelvan a estar presentes esos motivos que fueron detalles de sentimientos por devoción, necesitamos para poder existir, amor, mucho amor, pero no cualquier amor, sino ese mismo amor con calor de pasión corriendo por las venas y que en el pasado fue vida consentida, por cada uno de esos amaneceres de antaño al despertar con una franca sonrisa de perlas aunado a esos anhelados y dulces besos mañaneros, en este preciso instante divino, un trozo de ese mar bendecido de la felicidad inunda de paz mi corazón inquieto y desvelado del pasado, con la inmensidad de esa verdad retenida y por fin confesada ante el Señor, por el bien de ese ser que vendrá al mundo, ya sea hembra o varón, pero con salud, para alegrar despertares llenos de luz, abrazados todos, tal vez derramando alguna vez, una lágrima, pero de felicidad, con mucho mas amor, porque gracias a Dios y a ti, en tu despertar, soy un hombre que encontró una nueva razón para recomenzar a vivir, pudiendo decir, sin temor a equivocarme, que hoy te amo más profundamente, de lo que te podría haber amado ayer, por ese silencio mantenido en esa soledad aprendida, al no poder saber nunca, si éramos o no, sentidamente al mirarnos, polvo en ese viento cósmico llamado dolorosamente con tristezas, olvido.
--------------------------------------------------------
Sergio Yglesias García
Caracas, 11/06/2009 01:30 PM

No hay comentarios:

Publicar un comentario