Sin derramar alguna lágrima de ausencia, por algo que ha muerto de silencio, intentando revivir vanamente sentimientos en labios resecos, que partidos perdieron en espacios sin tiempo dedicado para el amor, su modo sincero de besar, como razón de existencia, ya que besarlos tardíamente, causaría más dolor que bien al alma, reflejado tristemente al mirarte, ya que al ver que notas nuevamente mi presencia frente a ti, lo primero que pensaría, sería, por qué ahora y no espontáneamente como lo fue ayer, con abrir los brazos hoy, para cobijarme sobre tu pecho, no cambiará las cosas, mi corazón, no siente lo mismo, como para latir con el tuyo, al unísono del ritmo de una suave canción por palabra de amor al oído…,
Sin tener que mirar impetuosamente atrás, a ese pasado nostálgico que se anhela, pero de lejos, porque dos veces, no se labra con suerte un camino sin escollos en un mutuo destino a ciegas, porque si la sinceridad con fidelidad de amor, se desquebrajó un día desde sus cimientos, creando dudas, entonces, no se puede pretender sentir lo mismo, viviendo por vivir con un ojo abierto y el otro cerrado al mundo que te rodea como una realidad objetiva que se intenta desconocer por no quedar solo en la vida, porque la soledad como compañera de cuarto es mala consejera, fría y oscura, para un viejo soñador y romántico como Yo, porque el problema a la final, no fue lo que hiciste y que no tiene remedio, como un daño, sino cómo lo hiciste en silencio, quedando impunemente y para siempre sobre tu conciencia.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 03/02/2010 03:00 PM.
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