miércoles, 1 de julio de 2009

Y el ADIÓS será una LÁGRIMA

Que lentamente corrió como brillante, aquella mañana al despertar, cuando vinieron a cerrar finalmente la tapa de madera, que cubriría el pequeño ataúd, para llevarte en la carrosa fúnebre al campo santo, donde descansarías en santa paz, mientras, la mirada vigilante de tu rostro dormido se fue perdiendo, quedando anhelos de vivirse, por lo que pudo ser y no fue, por la desgracia de este negro destino escrito, que nos separó, de lo amado, lo más querido que eras tú, hijo mío…,
Sin decir palabra alguna, intentando dibujar vanamente en mis labios resecos al morderlos, sombras de silencio, por el dolor y vacio, tristemente sentido en el corazón, por los espacios sin tiempo de amor que viviré, al no tener tu aliento presente, imaginado únicamente en divinos pensamientos, no nacidos, pero añorados, que se vestirán de flores hermosas cada Domingo, confundiéndose con el aroma fresco de esos amaneceres, donde luego de la visita al cementerio, el decirte adiós, será siempre, el revivir sentidamente recordado, de aquella lágrima de nostalgia que corrió como brillante, aquella mañana al despertar.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 01/07/2009 01:30 PM.

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