Con lágrimas corriendo por mi rostro, escribo más que un poema que recordaré como si fuera una triste y dolida canción de desamor, mientras los días transcurren lentamente, muriendo con sus noches, hasta llegar el pleno silencio, conciliando finalmente el sueño y siento la frialdad en mi cuerpo por la ausencia de tus añorados brazos naciendo el dolor por tu olvido y la mirada despierta lánguida y fija en un punto perdido del techo, por el vacio vivido en soledad, dentro de los espacios anhelados de un corazón enamorado, latientemente, por un pensamiento repetitivo, que no tiene tiempo divino para el amor…,
Déjame enterrar en una fosa común sin doliente este corazón agonizante que heriste mortalmente sin contemplación, en el momento preciso, del instante oportuno, cuando estaba de ti, yo mas enamorado, lográndote olvidar sinceramente para siempre, para no sufrir demás desvelos eternos, por tener presente en mis ojos, la luz por reflejo de vida, recordado de tus bellos ojos glaucos de la mujer amada, que robó un día por desamor de mis labios la sonrisa y de mi alma la paz deseada, cada amanecer parado a la ventana, solo viendo en silencio el azul del cielo a la santa espera que despiertes un buen día de este letargo por desamor, notando mi presencia, que enluta hoy, los profundos y queridos sentimientos, descubiertos en tus brazos y que fueron confirmados luego ante un altar, a través de esa mirada distante que no logro apartar y que castiga ahora sin misericordia, junto con la altivez, mi vida.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 21/07/2009 10:30 AM.
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